How to Avoid a Photoshop Disaster
Hace 7 años
Hace unas noches tuve un sueño. No es de extrañar, desde que aterricé en Montreal no dejo de soñar noche tras noche. Al parecer todos mis pensamientos rebotan en mi subconsciente constantemente y todo aquello que recuerdo y me niego al mismo tiempo araña mi cerebro para hacerme recordar que estuvo ahí. He soñado con la mayoría de vosotros en diferentes situaciones e irónicamente no lo he hecho con las personas más cercanas que he tenido en los últimos tiempos. Hoy escribiré sobre el sueño más fantástico que he tenido en mucho tiempo, le tocaba el turno a Fran, al que mando un enorme abrazo, que no tiene internet y no puedo comunicarme con él si no es por carta.
Tratando de no derramar sangre ambos adversarios decidimos pacíficamente jugarnos el preciado trofeo a pares o nones, sí habéis leído bien, a pares o nones, el juego más eficaz y fiable que se nos pudiera haber ocurrido en aquel momento. Ganamos, por supuesto. El Tren de Oro iba a ser nuestro, observamos cómo iba apareciendo de la nada desde el fondo del tunel y se detuvo frente a todos nosotros con su centelleante brillo. El Capitán General (Fran) de nuestro ejército, el cual era mi protegido, dio la señal para abordar nuestro merecido tesoro y llevarlo a su destino... Dios sabe cuál, pues en ese mismo instante nuestro incesante y vil enemigo se había hecho con la locomotora y se largó con ella dejándonos a todos atónitos tratando de planear un contraataque de recuperación.
Pasando a otro tema, porque se ve que mi cabeza quería dejar al maldito tren en paz por el momento. Nos encontrabamos el Capitán Genral, que yacía recostado en un montículo frente al sol con una armadura tan negra como brillante, bien podría recordarme a la vestimenta de Oded Fehr en The Mummy pero al estilo medieval, y yo, como una auténtica guerrera sexy tal que la de la imagen de arriba, en un valle verde digno de escenario de Braveheart. "¡Que Heavy!, esto me mola" pensé. Mi arma, pesada y muy poco eficaz, tenía forma de pinzas planas gigantes sin filo alguno y dificil de manejar. Un arma inútil.
Mientras daba un paseo por el campo y entre los arboles me encontre de frente con dos nuevos enemigos, parecían estar contra mí, estaba claro, pero tampoco eran del mismo ejército, aquello era evidente. A la derecha 3 fantasmas de larga cabellera y cara de malos malotes, a la izquierda 3 aliens, sí, los mismos que los de Expediente X. Ambos llevaban vestimentas de cuero, sin forma definida, pero al parecer protectora pues al acercarse a mí y atacarles con mi maravillosa e inútil arma no sintieron pánico ni dolor alguno. Marché corriendo ante la ineficacia de mi ataque a avisar a mi Capitán General que ya no se encontraba donde la última vez, en su lugar habían tres especie de orcos, y por qué no, voy a hacer una nueva comparación con El Señor de los Anillos, y un humano fuerte y rudo pelirrojo con barbas desaliñadas que venían a por mí de nuevo.