16 de marzo de 2010

Me estoy enamorando

Y esta vez, voy en serio.

Me estoy enamorando de cada uno de tus rincones, recorro con la mirada cada gesto que produces, todos los movimientos que generas a tu al rededor. Por tus rarezas, tu edad y diversidad, conocimientos y actitudes. Por todas tus puertas abiertas, por que siempre que me es posible veo contigo el amanecer y me encanta. Amo todas esas sensaciones que produces, tan contradictorias, incoherentes, paradójicas, ilógicas, absurdas, disparatadas, discordantes. Me encanta cuando tienes la piel blanca y me haces temblar, cuando me acaricias la cara y haces que piense en voz alta, cada sonrisa que me sacas cuando contemplo tu luz, cuando me das calor, incluso cuando me pones enferma.

Y lo lamento, lamento mucho escribir así despues de todo. He dudado de ti un tiempo, no me sentía bien, tal vez algo deprimida pero me estás haciendo crecer y eso es algo que nunca voy a olvidar de ti. Me estás dando oportunidades que nunca pensé que llegaría a tener, dices que tan solo acabas de empezar, o tal vez me lo digo a mí misma. Me haces feliz y por eso, me estoy enamorando.

Tengo unas ganas irrefrenables de entrar más allá de lo ya conocido, de abrir las ventanas y gritar tan solo dos palabras, y sin embargo se me hace complicado pues no voy a dormir contigo para siempre, no, no soy de las que se aferran a algo de por vida, esta en mi naturaleza partir en cada momento en el que un cambio en mi vida se hace radical, pero si me lo permites, te guardo en un rincón para mí, porque así lo deseo.

Montreal, Gracias.

No me culpes si no me oyes cuando hablo, lo hago con el volumen de mis pensamientos.

1 de marzo de 2010

Y cuando quieras, vienes

Vienes e intentas descubrir mi mente.

Intentas despedazar cada uno de mis neurismos, pensamientos y reacciones. Vienes y me desnudas con la mirada tratando de descifrar cada rincón de mi cabeza que te explique el por qué, el por qué de todo lo que hago, de todo lo que digo. Vienes y trazas la dulce línea que me separa del universo paralelo que es la realidad, el destrozo de emociones y el impacto que crea cada enorme cambio en mi vida. Cada descubrimiento, cada cuchillo afilado que rasga una y otra vez mis
heridas. Cuando quieras, vienes y te interesas por alguno de mis pasos, añoros y logros. Y si te apetece, despiertas de tu letargo para dejar que descanse en el mío. Porque estoy cansada de montar tus puzzles, de escuchar lamentaciones, de sonreir sin ser feliz, de besar sin ganas, de abrazar sin brazos, de respirar por ti.

O si quieres escribo un manual de instrucciones, si lo prefieres, en japonés, para que aprendas uno por uno cada paso que has de seguir mientras sigues creyendo que no soy nada, que siempre acepto, que nunca arriesgo. Que me niego, que no me acepto, que me canso, que odio. Mientras sigues pensando que soy una caja llena de materiales inútiles y sin sentido. Y si algún día decides aceptar el riesgo de intentarlo, intentar entender por qué pienso en todo esto sin juzgar, sin amenazar mi forma de ser, sin creer en la única palabra, te estaré realmente agradecida.

Cuando quieras, vienes.